martes, 19 de julio de 2016

Indigenismo en Costa Rica


      La lucha constante por los derechos e igualdad de condiciones en los diversos colectivos, es una problemática de nunca acabar, tal es el caso de las poblaciones originarias conocidas con mayor frecuencia como “indígenas, aborígenes o bien indios”. Ante esta situación, se presentan diversos discursos y movimientos sociales que buscan resolver y abordar las problemáticas de estas poblaciones afectadas, con propuestas generalmente políticas.
El indigenismo, ha sido una de las opciones discursivas, que se ha posicionado como corriente del pensamiento, especialmente en la antropología y la arqueología. Tomando en consideración el contexto histórico, social e ideológico, de quienes sufren cualquier tipo de segregación, discriminación y rechazo de la sociedad. Y la perspectiva en el sentido de los contextos arqueológicos así como los artefactos.
Ante esto, se pretende conocer y explicar cuáles han sido los orígenes del indigenismo como tal, sus aportes y la influencia como corriente del pensamiento antropológico sobre los discursos políticos y económicos, y en los diversos campos de estudio en arqueología, ya sean, sitios arqueológicos, yacimientos, museos o instituciones asociadas. Teniendo presente la formulación de leyes inclusivas, participación política y social de estos grupos en el marco del estado nacional y los estados capitalistas de la actualidad.

Los indigenismos desde la antropología social y la arqueología
Antropología social:
Existen grandes momentos que han generado cambios en el tema del indigenismo, inicialmente el llamado “Debate postindependentista”, que es el contexto de formación de los estados nacionales, en segundo lugar los procesos de modernización e industrialización, donde se considera a la etnia como un elemento retardario y finalmente, la globalización y el multiculturalismo, que incluye la celebración de la diversidad cultural desde un marco capitalista (Portilla, 2015).
Cabe mencionar que en el año 1917 con el triunfo de la revolución rusa (bolchevique) se evidenció que existe la posibilidad de triunfar y hacer un cambio real, en este caso fue un cambio geopolítico mundial y que contaba con una amplia base de campesinos. Otros sucesos de gran relevancia fueron: la primera guerra mundial (1914-1918), el triunfo de la revolución mexicana (con la transformación de la estructura agraria), las primeras tres décadas de 1900 con la germinación de las muss media, la gran depresión de los años 30 y la guerra civil española.
La guerra española afectó en América latina pues se dice que fue el gran primer experimento de la guerra mundial, con ello gran cantidad de personas conformaron diversas corrientes de pensamiento (Portilla, 2015).
Entre los exponentes y escritores del indigenismo se puede encontrar a:
Mariátegui (1894-1930), reconocido escritor peruano, periodista y pensador, se caracterizó por escribir acerca de la realidad peruana especialmente los casos indígenas. En sus escritos realizaba críticas al sistema capitalista existente, desde sus bases políticas (marxistas); a la realidad de las comunidades aborígenes, sus problemáticas y cómo el gobierno peruano ha respondido a estas con un sinfín de formas y de planteamientos que no se encuentran cercanos al verdadero problema que enfrentan estas comunidades.
Por otra parte Bonfil Batalla (1935-1991) etnólogo mexicano y antropólogo, escribió sobre cómo no resultó en México, la independencia y la instauración de la república liberal. Bonfil, establece una relación antagónica entre el México profundo y el México imaginario, como un choque desigual de civilizaciones que no lleva a ninguna síntesis.
Es importante mencionar que América Latina, para los años 80, se encuentra en una época difícil, pues con los programas de ajuste estructural surgen grandes problemáticas como lo son: ser sometidos a dominación por otros países y los grandes discursos existentes de desarrollo y modernización. Estos elementos se contraponen a lo tradicional de los indígenas pues buscan crear una cultura globalizada.
En el caso de Perú (1894- 1930), surgió un fuerte debate sobre el proyecto nacional que había sido planteado por el gobierno, con ello se pretendía incluir al “indio” en el mismo por ser la población mayoritaria demográficamente, entre otras cosas, la conservación de latifundio, la economía agroexportadora, la minería concesionada, los déficit en el desarrollo de estructuras e instituciones de acceso al poder y servicios básicos, el capital financiero internacional con alianzas nacionales, generaban una estructura de clases en transición y un problema racial.
Mariátegui (2007) en su texto, siete ensayos sobre la realidad peruana, plantea que todas las tesis para justificar el problema indígena ignoran o eluden un problema económico social, con estas se desfigura la realidad del problema y es solo mediante la crítica socialista que este se esclarece buscando respuesta en la economía nacional, no como mecanismo administrativo, ni jurídico, ni eclesiástico, ni en condiciones de razas puras y ni modos culturales o morales.
Así mismo, Mariátegui (2007) plantea los posibles “problemas del indio”, refiriéndose al ámbito étnico, como una propuesta nutrida desde las ideas imperialistas; un problema moral, como una concepción liberal de las “ligas de los derechos del hombre” y desde el anti esclavismo; un problema educativo, que no parece encontrarse sufragado ni con un criterio pedagógico; todos estos planteamientos desde una perspectiva marxista.
Finalmente, se plantea que la solución al problema indígena es una solución económico - social, pues debe entenderse a partir de la estructuración de la economía del país, además debe ser elaborada por los mismos actores sociales, inclusive con esto se puede visualizar a los congresos como hechos históricos, pues a los aborígenes les falta vinculación nacional, ya que siempre se han limitado al ámbito regional y esto lo que ha generado es el estancamiento (Mariátegui, 2007, p.38).
Con respecto al papel del Estado, se puede decir que no hay un solo discurso del indigenismo, sino que hay indigenismos particulares, que se derivan en política tutelar o de tutelaje. Un rasgo fundamental es la discusión que gira en torno al indigenismo y campesinado, tomando así la raza como instrumento de subordinación, de servidumbre donde el trabajo debe ser gratuito. Refiriéndose a los latifundios como formas simbióticas, donde se pretendía que quienes trabajaran allí serian siervos eternos, el problema de la tierra ociosa garantizaba riqueza a la persona que las poseía, sin embargo, no garantizaba un mejoramiento en la economía del país, mucho menos en una sociedad con base agraria, que se supone debería estar produciendo para el latifundista, con la lógica de que se debe tener tierra no explotarla (Portilla, 2015).
Bonfil (1989) desde su planteamiento establece una teoría sobre el control cultural desde el régimen colonial y además con una sociedad que es segregadora y hace la diferenciación entre los individuos, con ello también, ideológicamente se justifica a las políticas coloniales como quienes abandonan lo propio para adoptar lo ajeno y con dos caminos: exterminar lo que no funciona y reducir las poblaciones que son distintas mediante el trabajo (esclavitud y explotación).
Con la revolución mexicana se construyó una visión imaginaria de democracia, pues esta no significo un cambio de rumbo, sin embargo, si disolvió el único proyecto que reivindicaba la identidad de los pueblos indígenas. Este imaginario del proyecto nacional mexicano visualiza a la nación com una nación mestiza y moderna con un pasado exuberante, monumental e imperial (Bonfil, 1989).
Lo mencionado anteriormente, trajo impactos sobre el patrimonio cultural pues se renuncia a las capacidades desarrolladas por siglos y se implanta un acervo cultural que no pertenece a las poblaciones, además se transforma la realidad de los pueblos (Bonfil, 1989).
La variedad de indigenismos existentes puede explicarse mediante diversas acotaciones de autores, desde la parte narrativa se puede encontrar el texto de Tomás Escajadillo, donde se realiza una explicación detallada de que es indigenismo y como ha variado mediante la literatura peruana.
Escajadillo (1999, p. 117) menciona que antes de iniciar una discusión sobre indigenismo, debe saberse que se entiende por indigenismo y que es realmente el indigenismo. Además, hace referencia a dos momentos importantes en la transformación, los cambios y la evolución del indigenismo; el primer momento abarca las obras de género, a este lo llamo Indigenismo ortodoxo y el segundo momento como es la evolución le llamo neo indigenismo. Con estos dos periodos históricos se entiende que la diferencia en la visión del problema indígena será de alguna forma transformativa en los discursos.
Asimismo, el concepto que tengamos de indigenismo debe incluir un sentimiento de reivindicación social, en el caso de la literatura, la superación de lastres del pasado, especialmente la visión romántica, y como Mariátegui ha mencionado un argumento con brillo y lucidez, ya que el indigenismo no es una simple escuela o movimiento literario sino un referente del mundo real que nace por la necesidad de político, social y cultural de resolver el problema del indio (Escajadillo, 1999, 118)
Arqueología:
En el caso de la arqueología, se ha reconocido como una corriente de pensamiento que estudia las culturas indígenas. Se maneja el indigenismo en el estudio y apropiación de los indígenas al campo arqueológico y en general los temas arqueológicos.
Para la arqueología el indigenismo se presenta de la siguiente forma:
Según Cavallini (2015) es una corriente Latinoamericana, donde se vela por la revalorización histórica especialmente de los países latinoamericanos, además se incentiva la creación de una multivocalidad, donde se hagan escuchar todas las voces y están sean legitimadas. Lo indígena, desde la arqueología, siempre ha sido considerado un elemento dentro de dos vertientes: la riqueza de lo antiguo y de catastrofismo, además dentro del discurso del indigenismo existe también un elemento de identidad.
        El arqueólogo siempre se ha visto involucrado en la lucha por los derechos indígenas o ha sido relacionado con el pasado. Algunas poblaciones aborígenes han solicitado controlar su pasado con la devolución de sus objetos arqueológicos y con ello ser quienes organicen, planifiquen y administren la historia de su pasado y de sus antepasados (Cavallini, 2015).
Por otra parte, desde el contexto historico, es de gran importancia reconocer la influencia que ha tenido la creación de los estados nacionales, pues se enrumba la arqueología desde otra vertiente, con ello se quiere decir que lo indígena de aquel momento era reconocido como marginal (Cavallini, 2015).
Desde la arqueología se ha criticado el elemento de blanquitud, el no reconocimiento del pasado, el coleccionismo sin importar quién o como lo realice, la consideración de que las poblaciones aborígenes son pobres y el implantamiento de esta visión en programas escolares, académicos desde el gobierno, que invisibilizan a las comunidades originarias y su herencia (Cavallini, 2015).
Es necesario considerar la connotación negativa, que se ha estandarizado en la sociedad, del ser aborigen como un usurpador sin relacionarse directamente con el pasado, o bien la etiqueta de ser salvaje y que no es capaz de construir monumentos, artefactos o bien bellezas de oro (Cavallini, 2015).
Han surgido diversos conflictos por el desarrollo en el estudio de los hallazgos arqueológicos, por ejemplo, en Atacama en el año 2007, los grupos indígenas exigen que sean retirados de exhibición un grupo de momias, pues para estos no eran simples cuerpos sino sus ancestros, por lo cual estos merecían respeto y no ser tratados como un objeto de exhibición (Cavallini, 2015).
Se puede mencionar también el caso de los indígenas estadounidenses, estos no creen que los cementerios pertenezcan a personas no nativas, por ello en 1990 se crea la ley para la protección de sepulturas y repatriación de restos de indígenas norteamericanos, con esto los museos de todo el país se ven obligados a realizar inventarios e informar sobre los objetos de pueblos indígenas estadounidenses que se encuentren en estos museos (Cavallini, 2015).
Con este tipo de iniciativas se pretende restituirlos restos humanos, objetos sagrados y funerarios a sus dueños verdaderos, reconociendo la propiedad a los mismos, además los indígenas en el caso de Atacama tienen el argumento de que la arqueología limita a las comunidades aborígenes a definir su espacio en el mundo moderno, pues no respetan sus creencias, ideología, religión e historia (Cavallini, 2015).
La inclusión indigenista en la arqueología se ha llevado a cabo mediante la inclusión de valores y perspectivas (no Europeas) como fuentes y métodos de investigación, tomando en cuenta los intereses de las comunidades, de manera que sean estos los beneficiarios directos de todo tipo de información y sean también quienes decidan si comparten autoridad sobre el uso de la información en los hallazgos arqueológicos. Tratando de incluir todos aquellos elementos de la disciplina que puedan contribuir al desarrollo de los pueblos (Cavallini, 2015).
Gnecco (2012, p.134) hace referencia a que la arqueología metropolitana puede traducirse en arqueologías nacionales mediante el proceso de indigenizacion y la multivocalidad antes mencionada, con ello se constituyen muchas arqueologías desde el discurso. Diferenciadas así atraves del mismo proceso de indigenizacion de una manera análoga como el orden global es traducido en distintos contextos, locales y atraves de procesos de anexacion y domesticación.
Indigenismo en Costa Rica
En el caso de Costa Rica, me parece importante referir algunos acontecimientos que han repercutido en el desarrollo de los derechos indígenas, inicialmente las llamadas correrías (extracción de hule), donde se soltaban perros para atrapar a los indígenas y hacerlos esclavos, esto en la época colonial. Por otra parte, se reconoce el papel de Bernardo Augusto Thiel, quien fue gran defensor de estas poblaciones, relatando así en sus escritos algunas verdades incomodas sobre la realidad aborigen en el país, especialmente con los huleros (Castillo, 2011, p.54).
Como segundo elemento importante, debo referirme a cuando se definen los límites del país y “voluntariamente” (con intensión) se integran a las poblaciones aborígenes, para “adquirir” más población y mucho más terreno, como parte del discurso de “igualiticos” y con esto se consideran a las poblaciones limítrofes ciudadanos (Sojo,2010, p. 16).
La influencia de José Fidel Tristán, es uno de los elementos que deben destacarse en el desarrollo del indigenismo en Costa Rica especialmente desde la arqueología, pues en sus inferencias sobre ritos y costumbres no se explicita una valoración etnocentrista. El pasado que se vislumbra en los objetos, para él, al igual que sus coterráneos, no refleja un sentimiento de pertenencia; ese pasado le es ajeno (Rojas, 2006, parte V, en diario de arqueología de José Fidel Tristán).
Las interpretaciones que Tristán realizo acerca de las poblaciones aborígenes son sin duda más que un legado para la arqueología costarricense sino para la etnografía en general, pues reflejan un interés por el otro, aunque si bien sencillas para quienes nos encontramos en la disciplina forman parte de la conformación, el estudio y construcción de nuestro pasado.
Todos estos fragmentos estaban en el suelo regados aquí y allá y fueron hallados cuando se cortaban adobes de zacate para transportarlos al lugar que queda entre la línea férrea y la casa. Como este sitio en donde se arrancaba zacate queda muy próximo a la caseta rústica fui a verlo con el Sr. Bonnefait […] En el lugar en donde está el Radio existió un cementerio indígena […] Los tiestos son señales evidentes de las piezas que los indios quebraban durante las ceremonias religiosas. 21 de agosto de 1925” (Tristán, 1874- 1932, p. 83).
Desde la arqueología, en nuestro país el discurso indigenista se ha promulgado de diversas maneras, uno de los primeros casos fue la exposición histórica - Americana, realizada en Madrid en los años 1892- 1893, donde algunas piezas seleccionadas fueron expuestas en 1886 en la exposición nacional (Cavallini, 2015).
Desde los últimos treinta años y actualmente, con la creación de la ley indígena (1977) y el reglamento de la ley indígena, se ha buscado la protección a estos grupos, mediante reservas indígenas, con límites y exclusivamente para estas poblaciones, también la creación de organismos como la Comisión Nacional Indígena (CONAI) y la Comisión Arqueológica Nacional (CAN) han fomentado el respeto a los mismos y a sus artefactos, yacimientos, hallazgos y bienes en peligro.
En el caso de la ley indígena y su reglamento, se establece una regulación con respecto a las excavaciones y lo referente al Patrimonio Nacional Arqueológico, donde estas (las excavaciones) deben ser autorizadas por la comunidad y la CONAI. La CONAI, por otra parte debe funcionar como ente de asesoría para las distintas unidades geográficas de las reservas aborígenes y con ello fiscalizar que no se incumpla la ley (Ley indígena, 1977, artículos del 5 al 12).
Por otra parte, se encuentra la Ley de Patrimonio Nacional Arqueológico, que en sus primeros artículos menciona la relación de los bienes arqueológicos con las poblaciones aborígenes y prehispánicas, estableciendo los objetos arqueológicos como propiedad del Estado y que deben ser reportados al Museo Nacional de Costa Rica (MNCR) y la CAN debe velar por el cumplimiento de esta ley. También, se refiere a los hallazgos arqueológicos en terrenos de comunidades no aborígenes, a la suspensión de excavación en sitios públicos, al rescate por parte del MNCR, al traslado de bienes fuera del país y sus respectivos requisitos, a las multas, penas, destituciones de funcionarios o de quienes incumplan esta ley (Asamblea legislativa, 1981).
Es importante recalcar las problemáticas aborígenes que se presentan en el país con respecto a la relación del patrimonio arqueológico y que han sido ejemplificadas desde otras aristas en el texto, por ejemplo, los derechos de propiedad cultural e intelectual indígena en objetos como artes, canciones, poesía, saberes, medicina y manejo ambiental. Con estos, debería considerarse el elemento autónomo de las comunidades, especialmente la autodeterminación de las mismas, en el marco del capitalismo actual, apreciando a estas comunidades como cultura viva, que es un factor que parece afectar en la disciplina arqueológica (Simpson, 1997, págs. 18 – 48). Asimismo, pueden mencionarse los problemas de territorio que también han tratado de ser regulados mediante la ley indígena y los problemas de tráfico de bienes arqueológicos.
       El MNCR, cumple un rol importante en la toma de medidas contra el tráfico ilícito del Patrimonio Nacional Arqueológico, de las comunidades aborígenes actuales y pasadas, pues debe realizar procesos de investigación (arqueología, historia e historia natural), de protección al patrimonio cultural, manejo de colecciones, proyección institucional y administrar finanzas del mismo (Calvo, 2007).
En el caso de la situación campesina costarricense asociada a la situación indígena y a la respuesta del gobierno mediante el capitalismo agrario, puede darse el ejemplo del cultivo del café que trajo el descenso lento del campesinado, quienes en un inicio han sido la columna vertebral de la nación y bien en la mayoría de los casos han sido marginados y desplazados, por las gigantes compañías productoras de café e inclusive banano, generando campesinos sin tierras o con pequeñas parcelas solo de consumo familiar.(Seligson, 1984, p.158). Con ello, puede incluirse el elemento de migración que sucede de igual forma en las comunidades aborígenes, donde se buscan los centros urbanos por la escasez de empleo que existe en el campo o las tierras indígenas y la necesidad de encontrar un futuro mejor para estos (as) y sus familias.
Es importante preguntarse porque hemos permitido que el capitalismo agrario haya avanzado sin límites y dejando estos colectivos desprotegidos y marginados, pues no existe ninguna regulación, ni reforma que incluya a las comunidades campesinas como elemento fundamental de la economía nacional, y aun así como las hemos abandonado desde la academia generando así solo “textos o escritos” sobre estos (campesinos y comunidades aborígenes) que en la mayoría de los casos no tendrán acceso o entenderán, por ello, es necesario incentivar un trabajo con las comunidades que sea conjunto y que estas sean las que construyan también su rumbo, con ayuda de entes sin interés político.
A modo de conclusión debe destacarse los aportes de Mariátegui y Bonfil, en cuanto a la fusión de las formas capitalistas y pre capitalistas, especialmente cuando se habla acerca de un mundo en desarrollo y se refiere a problemas económicos o de tierras. Mariátegui alude a la importancia de la unidad en la diversidad como un elemento esencial para la convivencia en el marco político, considerando también el relativismo cultural como un factor de análisis histórico.
Mediante el análisis de los textos vistos en clase, debe rescatarse la esperanza indígena como un elemento político, de inclusión como actor social y de restructuración estatal para adquirir propiedad o simplemente la inclusión en los discursos. Además, todo esto se encuentra supeditado a las propuestas liberales de cómo deberían adoptarse las comunidades aborígenes o a sus problemáticas de tierra.
Al parecer, la estructura económica no se ha transformado drásticamente, pues aunque la independencia de los Estados nacionales ha tenido gran influencia se encuentra una relación de empleador subordinado, o bien burgués y proletario.
Sobre la visión de la arqueología, existe toda una polémica asociada a las practicas arqueológicas con respecto a las comunidades y la cual debe solucionarse, quizás un planteamiento interesante seria gestionar y construir el patrimonio arqueológico en conjunto con los entes comunales, líderes y demás lugareños para crear una propuesta que agrupe ambos intereses, claramente donde sean las comunidades las que tengan la cuota de poder más alto y el Estado el que las respalde. Una adecuada gestión del patrimonio, su implementación y su estudio puede traer grandes ventajas, en casos futuros, por la experiencia que se brinda y los componentes, así como que sea evaluado el proceso constantemente.
Finalmente, debe tomarse en cuenta la injerencia de la disciplinas arqueológica y antropológica como parte de la validación de los discursos, generando también así espacios de discusión sobre la problemática indígena y sus consecuencias a los artefactos y bienes arqueológicos. Además, su función como ente de apoyo en el camino de la lucha indígena.

Referencias Bibliográficas
Asamblea legislativa de Costa Rica (1981). Ley de patrimonio Nacional Arqueológico 6703. Aprobada el 28 de diciembre de 1981.
Bonfil, G. (1989). México Profundo. Una civilización negada, Grijalbo, México, El problema de la cultura nacional. Disponible en: https://zoonpolitikonmx.files.wordpress.com/2012/07/mexico-profundo-guillermo-bonfil-batalla.pdf, págs. 101- 111.
Castillo, R. (2011). El obispo Bernardo Augusto y los indígenas maleku de la Zona Norte de Costa Rica. En revista reflexiones, Universidad de Costa Rica, recuperado el 28 de setiembre del 2015, de: http://www.redalyc.org/pdf/729/72922586004.pdf ,págs. 53-70.
Cavallini, C. (2015). Exposición en clase sobre la relación indígena con la arqueología, Universidad de Costa Rica, Curso teorías antropológicas II.
Calvo, M. (2007). El Museo Nacional de Costa Rica: medidas contra el tráfico ilícito del Patrimonio Nacional Arqueológico. Documento inédito, ponencia presentada en el taller “Estudio de casos en la protección del patrimonio cultural” 21 al 27 de marzo, México.
Escajadillo, T. (1999). El indigenismo narrativo peruano, Universidad Nacional de San Marcos, versión pdf, pág. 117- 118
Gnecco, C. (2012). La indigenización de las arqueologías nacionales. Convergencia. Revista de ciencias sociales. Universidad autónoma del Estado de México, pags.133-149.
Korsbaek, L & Sámano, M. (2007). El indigenismo en México: Antecedentes y actualidad, Revista de sociedad, cultura y desarrollo, págs. 195- 224.
Ley indígena. (1977). N6172. Del 16 de noviembre, San José. Y su respectivo reglamento (Decreto 8487- G de 1978).
Mariátegui, J, C. (2007). Siete ensayos de interpretación sobre la realidad peruana. Caracas, Venezuela, Fundación Biblioteca Ayacucho. El problema agrario, pags.26-52.
Portilla, M. (2015). Exposición sobre indigenismo y campesinado, Universidad de Costa Rica, Curso teorías antropológicas II.
Rojas, M. (2006). Parte V, en Diario de arqueología de José Fidel Tristán.
Seligson, M. (1984). El campesino y el capitalismo agrario de Costa Rica, p. 158.
Simpson, T. (1997). “Introducción,” “Los derechos de la propiedad cultural e intelectual de los pueblos indígenas”. En patrimonio indígena y autodeterminación: en nombre del programa para los pueblos de los bosques, Copenhague: Documento Iwgia N° 22, págs. 18 a 48.

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