La
lucha constante por los derechos e igualdad de condiciones en los
diversos colectivos, es una problemática de nunca acabar, tal es el
caso de las poblaciones originarias conocidas con mayor frecuencia
como “indígenas, aborígenes o bien
indios”.
Ante esta situación, se presentan diversos discursos y movimientos
sociales que buscan resolver y abordar las problemáticas de estas
poblaciones afectadas, con propuestas generalmente políticas.
El
indigenismo, ha sido una de las opciones discursivas, que se ha
posicionado como corriente del pensamiento, especialmente en la
antropología y la arqueología. Tomando en consideración el
contexto histórico, social e ideológico, de quienes sufren
cualquier tipo de segregación, discriminación y rechazo de la
sociedad. Y la perspectiva en el sentido de los contextos
arqueológicos así como los artefactos.
Ante
esto, se pretende conocer y explicar cuáles han sido los orígenes
del indigenismo como tal, sus aportes y la influencia como corriente
del pensamiento antropológico sobre los discursos políticos y
económicos, y en los diversos campos de estudio en arqueología, ya
sean, sitios arqueológicos, yacimientos, museos o instituciones
asociadas. Teniendo presente la formulación de leyes inclusivas,
participación política y social de estos grupos en el marco del
estado nacional y los estados capitalistas de la actualidad.
Los
indigenismos desde la antropología social y la arqueología
Antropología
social:
Existen
grandes momentos que han generado cambios en el tema del indigenismo,
inicialmente el llamado “Debate postindependentista”, que es el
contexto de formación de los estados nacionales, en segundo lugar
los procesos de modernización e industrialización, donde se
considera a la etnia como un elemento retardario y finalmente, la
globalización y el multiculturalismo, que incluye la celebración de
la diversidad cultural desde un marco capitalista (Portilla, 2015).
Cabe
mencionar que en el año 1917 con el triunfo de la revolución rusa
(bolchevique) se evidenció que existe la posibilidad de triunfar y
hacer un cambio real, en este caso fue un cambio geopolítico mundial
y que contaba con una amplia base de campesinos. Otros sucesos de
gran relevancia fueron: la primera guerra mundial (1914-1918), el
triunfo de la revolución mexicana (con la transformación de la
estructura agraria), las primeras tres décadas de 1900 con la
germinación de las muss media, la gran depresión de los años 30 y
la guerra civil española.
La
guerra española afectó en América latina pues se dice que fue el
gran primer experimento de la guerra mundial, con ello gran cantidad
de personas conformaron diversas corrientes de pensamiento (Portilla,
2015).
Entre
los exponentes y escritores del indigenismo se puede encontrar a:
Mariátegui
(1894-1930), reconocido escritor peruano, periodista y pensador, se
caracterizó por escribir acerca de la realidad peruana especialmente
los casos indígenas. En sus escritos realizaba críticas al sistema
capitalista existente, desde sus bases políticas (marxistas); a la
realidad de las comunidades aborígenes, sus problemáticas y cómo
el gobierno peruano ha respondido a estas con un sinfín de formas y
de planteamientos que no se encuentran cercanos al verdadero problema
que enfrentan estas comunidades.
Por
otra parte Bonfil Batalla (1935-1991) etnólogo mexicano y
antropólogo, escribió sobre cómo no resultó en México, la
independencia y la instauración de la república liberal. Bonfil,
establece una relación antagónica entre el México profundo y el
México imaginario, como un choque desigual de civilizaciones que no
lleva a ninguna síntesis.
Es
importante mencionar que América Latina, para los años 80, se
encuentra en una época difícil, pues con los programas de ajuste
estructural surgen grandes problemáticas como lo son: ser sometidos
a dominación por otros países y los grandes discursos existentes de
desarrollo y modernización. Estos elementos se contraponen a lo
tradicional de los indígenas pues buscan crear una cultura
globalizada.
En
el caso de Perú (1894- 1930), surgió un fuerte debate sobre el
proyecto nacional que había sido planteado por el gobierno, con ello
se pretendía incluir al “indio” en el mismo por ser la población
mayoritaria demográficamente, entre otras cosas, la conservación de
latifundio, la economía agroexportadora, la minería concesionada,
los déficit en el desarrollo de estructuras e instituciones de
acceso al poder y servicios básicos, el capital financiero
internacional con alianzas nacionales, generaban una estructura de
clases en transición y un problema racial.
Mariátegui
(2007) en su texto, siete ensayos sobre la realidad peruana, plantea
que todas las tesis para justificar el problema indígena ignoran o
eluden un problema económico social, con estas se desfigura la
realidad del problema y es solo mediante la crítica socialista que
este se esclarece buscando respuesta en la economía nacional, no
como mecanismo administrativo, ni jurídico, ni eclesiástico, ni en
condiciones de razas puras y ni modos culturales o morales.
Así
mismo, Mariátegui (2007) plantea los posibles “problemas del
indio”, refiriéndose al ámbito étnico, como una propuesta
nutrida desde las ideas imperialistas; un problema moral, como una
concepción liberal de las “ligas de los derechos del hombre” y
desde el anti esclavismo; un problema educativo, que no parece
encontrarse sufragado ni con un criterio pedagógico; todos estos
planteamientos desde una perspectiva marxista.
Finalmente,
se plantea que la solución al problema indígena es una solución
económico - social, pues debe entenderse a partir de la
estructuración de la economía del país, además debe ser elaborada
por los mismos actores sociales, inclusive con esto se puede
visualizar a los congresos como hechos históricos, pues a los
aborígenes les falta vinculación nacional, ya que siempre se han
limitado al ámbito regional y esto lo que ha generado es el
estancamiento (Mariátegui, 2007, p.38).
Con
respecto al papel del Estado, se puede decir que no hay un solo
discurso del indigenismo, sino que hay indigenismos particulares, que
se derivan en política tutelar o de tutelaje. Un rasgo fundamental
es la discusión que gira en torno al indigenismo y campesinado,
tomando así la raza como instrumento de subordinación, de
servidumbre donde el trabajo debe ser gratuito. Refiriéndose a los
latifundios como formas simbióticas, donde se pretendía que quienes
trabajaran allí serian siervos eternos, el problema de la tierra
ociosa garantizaba riqueza a la persona que las poseía, sin embargo,
no garantizaba un mejoramiento en la economía del país, mucho menos
en una sociedad con base agraria, que se supone debería estar
produciendo para el latifundista, con la lógica de que se debe tener
tierra no explotarla (Portilla, 2015).
Bonfil
(1989) desde su planteamiento establece una teoría sobre el control
cultural desde el régimen colonial y además con una sociedad que es
segregadora y hace la diferenciación entre los individuos, con ello
también, ideológicamente se justifica a las políticas coloniales
como quienes abandonan lo propio para adoptar lo ajeno y con dos
caminos: exterminar lo que no funciona y reducir las poblaciones que
son distintas mediante el trabajo (esclavitud y explotación).
Con
la revolución mexicana se construyó una visión imaginaria de
democracia, pues esta no significo un cambio de rumbo, sin embargo,
si disolvió el único proyecto que reivindicaba la identidad de los
pueblos indígenas. Este imaginario del proyecto nacional mexicano
visualiza a la nación com una nación mestiza y moderna con un
pasado exuberante, monumental e imperial (Bonfil, 1989).
Lo
mencionado anteriormente, trajo impactos sobre el patrimonio cultural
pues se renuncia a las capacidades desarrolladas por siglos y se
implanta un acervo cultural que no pertenece a las poblaciones,
además se transforma la realidad de los pueblos (Bonfil, 1989).
La
variedad de indigenismos existentes puede explicarse mediante
diversas acotaciones de autores, desde la parte narrativa se puede
encontrar el texto de Tomás Escajadillo, donde se realiza una
explicación detallada de que es indigenismo y como ha variado
mediante la literatura peruana.
Escajadillo
(1999, p. 117) menciona que antes de iniciar una discusión sobre
indigenismo, debe saberse que se entiende por indigenismo y que es
realmente el indigenismo. Además, hace referencia a dos momentos
importantes en la transformación, los cambios y la evolución del
indigenismo; el primer momento abarca las obras de género, a este lo
llamo Indigenismo ortodoxo y el segundo momento como es la evolución
le llamo neo indigenismo. Con estos dos periodos históricos se
entiende que la diferencia en la visión del problema indígena será
de alguna forma transformativa en los discursos.
Asimismo,
el concepto que tengamos de indigenismo debe incluir un sentimiento
de reivindicación social, en el caso de la literatura, la superación
de lastres del pasado, especialmente la visión romántica, y como
Mariátegui ha mencionado un argumento con brillo y lucidez, ya que
el indigenismo no es una simple escuela o movimiento literario sino
un referente del mundo real que nace por la necesidad de político,
social y cultural de resolver el problema del indio (Escajadillo,
1999, 118)
Arqueología:
En
el caso de la arqueología, se ha reconocido como una corriente de
pensamiento que estudia las culturas indígenas. Se maneja el
indigenismo en el estudio y apropiación de los indígenas al campo
arqueológico y en general los temas arqueológicos.
Para
la arqueología el indigenismo se presenta de la siguiente forma:
Según
Cavallini (2015) es una corriente Latinoamericana, donde se vela por
la revalorización histórica especialmente de los países
latinoamericanos, además se incentiva la creación de una
multivocalidad, donde se hagan escuchar todas las voces y están sean
legitimadas. Lo indígena, desde la arqueología, siempre ha sido
considerado un elemento dentro de dos vertientes: la riqueza de lo
antiguo y de catastrofismo, además dentro del discurso del
indigenismo existe también un elemento de identidad.
El
arqueólogo siempre se ha visto involucrado en la lucha por los
derechos indígenas o ha sido relacionado con el pasado. Algunas
poblaciones aborígenes han solicitado controlar su pasado con la
devolución de sus objetos arqueológicos y con ello ser quienes
organicen, planifiquen y administren la historia de su pasado y de
sus antepasados (Cavallini, 2015).
Por
otra parte, desde el contexto historico, es de gran importancia
reconocer la influencia que ha tenido la creación de los estados
nacionales, pues se enrumba la arqueología desde otra vertiente, con
ello se quiere decir que lo indígena de aquel momento era reconocido
como marginal (Cavallini, 2015).
Desde
la arqueología se ha criticado el elemento de blanquitud, el no
reconocimiento del pasado, el coleccionismo sin importar quién o
como lo realice, la consideración de que las poblaciones aborígenes
son pobres y el implantamiento de esta visión en programas
escolares, académicos desde el gobierno, que invisibilizan a las
comunidades originarias y su herencia (Cavallini, 2015).
Es
necesario considerar la connotación negativa, que se ha
estandarizado en la sociedad, del ser aborigen como un usurpador sin
relacionarse directamente con el pasado, o bien la etiqueta de ser
salvaje y que no es capaz de construir monumentos, artefactos o bien
bellezas de oro (Cavallini, 2015).
Han
surgido diversos conflictos por el desarrollo en el estudio de los
hallazgos arqueológicos, por ejemplo, en Atacama en el año 2007,
los grupos indígenas exigen que sean retirados de exhibición un
grupo de momias, pues para estos no eran simples cuerpos sino sus
ancestros, por lo cual estos merecían respeto y no ser tratados como
un objeto de exhibición (Cavallini, 2015).
Se
puede mencionar también el caso de los indígenas estadounidenses,
estos no creen que los cementerios pertenezcan a personas no nativas,
por ello en 1990 se crea la ley para la protección de sepulturas y
repatriación de restos de indígenas norteamericanos, con esto los
museos de todo el país se ven obligados a realizar inventarios e
informar sobre los objetos de pueblos indígenas estadounidenses que
se encuentren en estos museos (Cavallini, 2015).
Con
este tipo de iniciativas se pretende restituirlos restos humanos,
objetos sagrados y funerarios a sus dueños verdaderos, reconociendo
la propiedad a los mismos, además los indígenas en el caso de
Atacama tienen el argumento de que la arqueología limita a las
comunidades aborígenes a definir su espacio en el mundo moderno,
pues no respetan sus creencias, ideología, religión e historia
(Cavallini, 2015).
La
inclusión indigenista en la arqueología se ha llevado a cabo
mediante la inclusión de valores y perspectivas (no Europeas) como
fuentes y métodos de investigación, tomando en cuenta los intereses
de las comunidades, de manera que sean estos los beneficiarios
directos de todo tipo de información y sean también quienes decidan
si comparten autoridad sobre el uso de la información en los
hallazgos arqueológicos. Tratando de incluir todos aquellos
elementos de la disciplina que puedan contribuir al desarrollo de los
pueblos (Cavallini, 2015).
Gnecco
(2012, p.134) hace referencia a que la arqueología metropolitana
puede traducirse en arqueologías nacionales mediante el proceso de
indigenizacion y la multivocalidad antes mencionada, con ello se
constituyen muchas arqueologías desde el discurso. Diferenciadas así
atraves del mismo proceso de indigenizacion de una manera análoga
como el orden global es traducido en distintos contextos, locales y
atraves de procesos de anexacion y domesticación.
Indigenismo
en Costa Rica
En
el caso de Costa Rica, me parece importante referir algunos
acontecimientos que han repercutido en el desarrollo de los derechos
indígenas, inicialmente las llamadas correrías (extracción de
hule), donde se soltaban perros para atrapar a los indígenas y
hacerlos esclavos, esto en la época colonial. Por otra parte, se
reconoce el papel de Bernardo Augusto Thiel, quien fue gran defensor
de estas poblaciones, relatando así en sus escritos algunas verdades
incomodas sobre la realidad aborigen en el país, especialmente con
los huleros (Castillo, 2011, p.54).
Como
segundo elemento importante, debo referirme a cuando se definen los
límites del país y “voluntariamente” (con intensión) se
integran a las poblaciones aborígenes, para “adquirir” más
población y mucho más terreno, como parte del discurso de
“igualiticos” y con esto se consideran a las poblaciones
limítrofes ciudadanos (Sojo,2010, p. 16).
La
influencia de José Fidel Tristán, es uno de los elementos que deben
destacarse en el desarrollo del indigenismo en Costa Rica
especialmente desde la arqueología, pues en sus inferencias sobre
ritos y costumbres no se explicita una valoración etnocentrista. El
pasado que se vislumbra en los objetos, para él, al igual que sus
coterráneos, no refleja un sentimiento de pertenencia; ese pasado le
es ajeno (Rojas, 2006, parte V, en diario de arqueología de José
Fidel Tristán).
Las
interpretaciones que Tristán realizo acerca de las poblaciones
aborígenes son sin duda más que un legado para la arqueología
costarricense sino para la etnografía en general, pues reflejan un
interés por el otro, aunque si bien sencillas para quienes nos
encontramos en la disciplina forman parte de la conformación, el
estudio y construcción de nuestro pasado.
“Todos estos fragmentos
estaban en el suelo regados aquí y allá y fueron hallados cuando se
cortaban adobes de zacate para transportarlos al lugar que queda
entre la línea férrea y la casa. Como este sitio en donde se
arrancaba zacate queda muy próximo a la caseta rústica fui a verlo
con el Sr. Bonnefait […] En el lugar en donde está el Radio
existió un cementerio indígena […] Los tiestos son señales
evidentes de las piezas que los indios quebraban durante las
ceremonias religiosas. 21 de agosto de 1925” (Tristán, 1874- 1932,
p. 83).
Desde
la arqueología, en nuestro país el discurso indigenista se ha
promulgado de diversas maneras, uno de los primeros casos fue la
exposición histórica - Americana, realizada en Madrid en los años
1892- 1893, donde algunas piezas seleccionadas fueron expuestas en
1886 en la exposición nacional (Cavallini, 2015).
Desde
los últimos treinta años y actualmente, con la creación de la ley
indígena (1977) y el reglamento de la ley indígena, se ha buscado
la protección a estos grupos, mediante reservas indígenas, con
límites y exclusivamente para estas poblaciones, también la
creación de organismos como la Comisión Nacional Indígena (CONAI)
y la Comisión Arqueológica Nacional (CAN) han fomentado el respeto
a los mismos y a sus artefactos, yacimientos, hallazgos y bienes en
peligro.
En
el caso de la ley indígena y su reglamento, se establece una
regulación con respecto a las excavaciones y lo referente al
Patrimonio Nacional Arqueológico, donde estas (las excavaciones)
deben ser autorizadas por la comunidad y la CONAI. La CONAI, por otra
parte debe funcionar como ente de asesoría para las distintas
unidades geográficas de las reservas aborígenes y con ello
fiscalizar que no se incumpla la ley (Ley indígena, 1977, artículos
del 5 al 12).
Por
otra parte, se encuentra la Ley de Patrimonio Nacional Arqueológico,
que en sus primeros artículos menciona la relación
de los bienes arqueológicos con las poblaciones aborígenes y
prehispánicas, estableciendo los objetos arqueológicos como
propiedad del Estado y que deben ser reportados al Museo Nacional de
Costa Rica (MNCR) y la CAN debe velar por el cumplimiento de esta
ley. También, se refiere a los hallazgos arqueológicos en terrenos
de comunidades no aborígenes, a la suspensión de excavación en
sitios públicos, al rescate por parte del MNCR, al traslado de
bienes fuera del país y sus respectivos requisitos, a las multas,
penas, destituciones de funcionarios o de quienes incumplan esta ley
(Asamblea legislativa, 1981).
Es
importante recalcar las problemáticas aborígenes que se presentan
en el país con respecto a la relación del patrimonio arqueológico
y que han sido ejemplificadas desde otras aristas en el texto, por
ejemplo, los derechos de propiedad cultural e intelectual indígena
en objetos como artes, canciones, poesía, saberes, medicina y manejo
ambiental. Con estos, debería considerarse el elemento autónomo de
las comunidades, especialmente la autodeterminación de las mismas,
en el marco del capitalismo actual, apreciando a estas comunidades
como cultura viva, que es un factor que parece afectar en la
disciplina arqueológica (Simpson, 1997, págs. 18 – 48). Asimismo,
pueden mencionarse los problemas de territorio que también han
tratado de ser regulados mediante la ley indígena y los problemas de
tráfico de bienes arqueológicos.
El
MNCR, cumple un rol importante en la toma de medidas contra el
tráfico ilícito del Patrimonio Nacional Arqueológico, de las
comunidades aborígenes actuales y pasadas, pues debe realizar
procesos de investigación (arqueología, historia e historia
natural), de protección al patrimonio cultural, manejo de
colecciones, proyección institucional y administrar finanzas del
mismo (Calvo, 2007).
En
el caso de la situación campesina costarricense asociada a la
situación indígena y a la respuesta del gobierno mediante el
capitalismo agrario, puede darse el ejemplo del cultivo del café que
trajo el descenso lento del campesinado, quienes en un inicio han
sido la columna vertebral de la nación y bien en la mayoría de los
casos han sido marginados y desplazados, por las gigantes compañías
productoras de café e inclusive banano, generando campesinos sin
tierras o con pequeñas parcelas solo de consumo familiar.(Seligson,
1984, p.158). Con ello, puede incluirse el elemento de migración que
sucede de igual forma en las comunidades aborígenes, donde se buscan
los centros urbanos por la escasez de empleo que existe en el campo o
las tierras indígenas y la necesidad de encontrar un futuro mejor
para estos (as) y sus familias.
Es
importante preguntarse porque hemos permitido que el capitalismo
agrario haya avanzado sin límites y dejando estos colectivos
desprotegidos y marginados, pues no existe ninguna regulación, ni
reforma que incluya a las comunidades campesinas como elemento
fundamental de la economía nacional, y aun así como las hemos
abandonado desde la academia generando así solo “textos o
escritos” sobre estos (campesinos y comunidades aborígenes) que en
la mayoría de los casos no tendrán acceso o entenderán, por ello,
es necesario incentivar un trabajo con las comunidades que sea
conjunto y que estas sean las que construyan también su rumbo, con
ayuda de entes sin interés político.
A
modo de conclusión debe destacarse los aportes de Mariátegui y
Bonfil, en cuanto a la fusión de las formas capitalistas y pre
capitalistas, especialmente cuando se habla acerca de un mundo en
desarrollo y se refiere a problemas económicos o de tierras.
Mariátegui alude a la importancia de la unidad en la diversidad como
un elemento esencial para la convivencia en el marco político,
considerando también el relativismo cultural como un factor de
análisis histórico.
Mediante
el análisis de los textos vistos en clase, debe rescatarse la
esperanza indígena como un elemento político, de inclusión como
actor social y de restructuración estatal para adquirir propiedad o
simplemente la inclusión en los discursos. Además, todo esto se
encuentra supeditado a las propuestas liberales de cómo deberían
adoptarse las comunidades aborígenes o a sus problemáticas de
tierra.
Al
parecer, la estructura económica no se ha transformado
drásticamente, pues aunque la independencia de los Estados
nacionales ha tenido gran influencia se encuentra una relación de
empleador subordinado, o bien burgués y proletario.
Sobre
la visión de la arqueología, existe toda una polémica asociada a
las practicas arqueológicas con respecto a las comunidades y la cual
debe solucionarse, quizás un planteamiento interesante seria
gestionar y construir el patrimonio arqueológico en conjunto con los
entes comunales, líderes y demás lugareños para crear una
propuesta que agrupe ambos intereses, claramente donde sean las
comunidades las que tengan la cuota de poder más alto y el Estado el
que las respalde. Una adecuada gestión del patrimonio, su
implementación y su estudio puede traer grandes ventajas, en casos
futuros, por la experiencia que se brinda y los componentes, así
como que sea evaluado el proceso constantemente.
Finalmente,
debe tomarse en cuenta la injerencia de la disciplinas arqueológica
y antropológica como parte de la validación de los discursos,
generando también así espacios de discusión sobre la problemática
indígena y sus consecuencias a los artefactos y bienes
arqueológicos. Además, su función como ente de apoyo en el camino
de la lucha indígena.
Referencias
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